lunes, 31 de octubre de 2011




Pupila profunda

El terror no tiene boca para comer niños, tampoco manos fuertes para estrangular vírgenes, ni orejas peludas para escucharte mejor. Dicen que no huele el miedo, solo se deja llevar por las tinieblas que desprenden las oscuras intenciones.  Se alimenta de alimañas que perdieron todo el candor, para que no mengüe la circunferencia de su pupila. Sale de caza cuando se apagan los focos, las cámaras y las luces de quirófano.



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