Pupila profunda
El terror no tiene
boca para comer niños, tampoco manos fuertes para estrangular vírgenes, ni
orejas peludas para escucharte mejor. Dicen que no huele el miedo, solo se deja
llevar por las tinieblas que desprenden las oscuras intenciones. Se
alimenta de alimañas que perdieron todo el candor, para que no mengüe la
circunferencia de su pupila. Sale de caza cuando se apagan los focos, las
cámaras y las luces de quirófano.
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