Lulu Le Blanc
Champán. Madame. Boutique. Caché. Cruasán.
Lulu Le Blanc
padecía de aburrimiento crónico, pero lo disimulaba bajo vestidos satén, para
que entre sus pliegues se deslizaran las preocupaciones que no tenía. Así,
nunca le quedaba tiempo para el resto de cosas productivas. La manicura
perfecta y el caniche consentido. Lulu Le Blanc se bañaba a diario entre
burbujas de aroma confitado, estirando el cuello para no mojarse la nuca. En
una ocasión, el impulso agitó su reposado cuerpo. Las yemas arrugadas y el
ánimo curioso. Lulu Le Blanc emergió de las aguas para correr desnuda hacia el baño del cuarto de invitados.
El suelo enmoquetado bebía sus huellas y el aire fantasmal de los pasillos
erizaba su piel goteante. ¿Por qué los demás prefieren ducharse? Quiso saber
Lulu Le Blanc. Se encerró tras la mampara. Abrió el grifo. Una lluvia helada la
sobresaltó. El impacto del agua al caer contra el plato de ducha sonaba
violento. El sumidero, insatisfecho por el sabor insípido de las gotas, reclamó
algún logro, frustración o problema que hubiera saturado los poros de Lulu Le
Blanc a lo largo del día. Pero no encontró nada que ofrecerle al desagüe, y el
lamento por su vacío comenzó a bajar por las cañerías.